Herpes genital

El herpes genital es una enfermedad infecciosa viral causada por el virus del herpes simple (HSV) tipo 1 o tipo 2. HSV tipo 2 típicamente afecta las membranas mucosas de los genitales, mientras que el tipo 1 de HSV es más responsable de las llagas frías en los labios, los ojos o la nariz, aunque también puede causar herpes genitales en aproximadamente el 20% de los casos.
La transmisión del herpes genital puede ocurrir durante el sexo vaginal, anal o oral. También es posible la transmisión vertical de la madre al feto (transmisión transplacental). Aunque la transmisión a través de artículos de higiene personal, platos compartidos o instalaciones públicas (como baños, saunas o piscinas) es teóricamente posible, se considera muy poco probable.
El período de incubación (el tiempo entre la infección y la aparición de síntomas) generalmente varía de dos a diez días.
En casos de infección por herpes genital primaria, los síntomas incluyen dolor y quema en el sitio de entrada viral, seguido de hinchazón de tejido. En unos pocos días, aparecen ampollas llenas de fluidos. Estos síntomas pueden estar acompañados de fiebre y signos generales de enfermedad sistémica, como dolor de cabeza, fatiga y malestar. Las ampollas finalmente se rompen, dejando a las úlceras rojas brillantes, que generalmente sanan en 2–3 semanas.
En las mujeres, la vulva, la vagina, el cuello uterino y la uretra se ven afectados más comúnmente. En los hombres, la infección generalmente afecta la uretra.
Sin embargo, el herpes genital no siempre presenta síntomas. Muchas personas pueden llevar el virus o experimentar una infección asintomática, durante la cual todavía son capaces de transmitir el virus a las parejas sexuales.
Las recurrencias pueden desencadenarse por otras infecciones, exposición al frío, estrés emocional o consumo de alcohol. Los brotes recurrentes tienden a ser más suaves que la infección inicial, con menos lesiones más pequeñas que se curan más rápidamente.
El herpes neonatal puede ser muy severo, especialmente si la madre adquiere la infección en el tercer trimestre del embarazo. El virus puede causar graves daños neurológicos o incluso la muerte en el recién nacido. Si el herpes genital se diagnostica durante el embarazo, se recomienda el tratamiento antiviral antes del parto. Si se produce un brote cerca del momento del nacimiento, generalmente se recomienda una cesárea para reducir el riesgo de transmisión neonatal.
Además de los síntomas clínicos, los métodos de laboratorio se utilizan para el diagnóstico, incluida la PCR (reacción en cadena de la polimerasa), cultivo viral y ELISA (ensayo inmunosorbente ligado a enzimas).
.El tratamiento del herpes genital generalmente implica el uso de medicamentos antivirales como el aciclovir (Zovirax), administrado tanto por vía oral como tópica. También se pueden usar ungüentos a base de interferón, y los agentes antibacterianos pueden prescribirse para prevenir infecciones bacterianas secundarias. Las vitaminas E y C, así como los inductores de interferón (por ejemplo, Neovir, Reieron), pueden respaldar la respuesta inmune. Durante la remisión, a menudo se recomiendan inmunomoduladores y bioestimulantes. Las vacunas del herpes están disponibles para una profilaxis específica.